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Emboleradas, Crítica en la Voz del Interior
Cristina Wargon en Córdoba Emboleradas
Emboleradas, el show de María José Cantilo y Cristina Wargon, volvió a Córdoba y se presentó en Galileo
El espectáculo, que está por cumplir su segundo año, paso ya por distintas salas de Capital Federal y de ciudades del interior del país, y está listo para largar su nueva temporada en Buenos Aires.
Emoción y risas, en dosis exactas, son las palabras que definen a este show. La emoción corre por cuenta de María José Cantilo, que canta los boleros más clásicos con una voz emotiva y por momentos estremecedora. La risa la aporta Wargon, quien luego de su trayectoria como humorista, se sube con taco firme a escena desplegando certera ironía.
Esta simple estructura se apoya en una escenografía despojada,
con luces que realzan los momentos de una y otra protagonista, y consigue que Emboleradas se aprecie como un espectáculo redondo.
Los más clásicos boleros desfilan por la voz de María José, y la visión satírica de Wargon los desmenuzan, poniendo en descubierto la cursilería y contradicciones de los textos.
Ni varones ni mujeres se salvarán de esta mirada. Por ejemplo, los inventos de ellos a la hora de dejarlas y la obsesión de ellas para quienes “un amor no termina de ocurrir hasta que no lo han contado tres veces a sus amigas”.
Cristina Wargon en Córdoba Emboleradas
“¿En la sala hay algún enamorado o son todos casados? -pregunta la Wargon, antes de pasar a demoler algunas de las más bellas canciones del género-. Bajo esta misma óptica, desfila “Algo contigo” (“¿hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?” ¡Sí, hace falta! Y arremete contra las indecisiones masculinas). Mientras que “Tú me acostumbraste” abre un análisis delirante sobre las cosas que la mujeres terminan por extrañar, tras una larga relación: desde los ronquidos hasta el futbol.
No se escapan las compadreadas patéticas: “Te vas porque yo quiero que te vayas y a la hora que yo quiero te detengo…” “¿Vos y cuantos patrulleros más”, -se ensaña Wargon-.
Risas y aplausos festejan por igual los boleros que intensa y apasionadamente canta María José, así como el irónico análisis de texto.
Quizás esta disparidad, que se resuelve con tanta gracia sobre el escenario, sea el resultado del tema sobre el que ambas trabajan: el amor, que resume lo sublime y lo cursi. Desde el maravilloso momento del encuentro a la pregunta final: “¿Por qué me enamore de él, de ese, de eso…!”
Sorprende que dos mujeres se encarguen de desmitificar un género romántico, mayoritariamente cantado por ellos y esencialmente dedicado a ellas. Hora, quizás, de ponerse a pensar que habrá que inventar para seducirlas.