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Que arriba mi calle se vistió de fiesta
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VARIETÉ V
Por Gente de Fe
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Varieté V
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Todo tiempo anterior fue… pasado
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EFEMÉRIDES
Por Gabriel Steinberg
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Hoy festejamos que hace setenta y siete años nació el cantautor Silvio Rodríguez y su madrina le regaló un unicornio azul.
En 1969 sale por primera vez un disco de Almendra. Anteriormente eran de pasta o de vinilo.
Se cumplen veinticinco años del acuerdo con Chile. Se trató de evitar que los hermanos latinoamericanos sigan encontrando cosas antes de que las perdamos.
Recordamos treinta años de la primera vez que Maradona erró un penal. Esa vez acabó afuera.
Este martes conmemoramos en la plaza del pueblo el Día del Mate. Chupate esta mandarina.
En un día como hoy de 1920 un inglés cansado de tanto frío inventó los guantes. Estamos hasta las manos.
En el Día del Ceibo, flor nacional, las autoridades de la ciudad nos dejaron plantados.
El 10 de noviembre pasado conmemoramos el Día de la Tradición. Disfrutamos en el acto de unos exquisitos Hot Dogs, Barbacoa y para los niños se repartieron bolsas de Malvaviscos.
El 12 de Febrero conmemoramos el Día del Infiel. Nos engañaron, era el 13.
Se inauguró en el pueblo, la primera pileta de natación nudista. No escatimaron con la compra del cotillón. Pitos, globos y matracas para todos y todas.
Hoy se recuerda el invento del primer control remoto del que se tenga registro. Aún recuerdo la voz de mi viejo diciendo. - Gabriel, poné el 7, ahora el 9, volvé al 7 que sigue el partido..
Este mes se cumplen 4023 años desde que alguien inventó que con dolor de cabeza no se puede cojer.
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Juegos de guerra
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FIEBRE AMARILLA
Por Lidia Poggio
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Soy tan egocéntrica y compulsiva que cuando me puse a competir en forma desenfrenada juegos intelectuales como el Candy Crunch Soda o Candy Crunch Zaga y no acertaba ninguna jugada, se me ocurrió que detrás del espacio cibernético, un chino (en mi mente febril lo veía idéntico al dueño del supermercado de la vuelta de mi casa) me arruinaba todas las jugadas. Cuando estaba a punto de cumplir algún objetivo, ¡zas! el cartel de “se acabaron tus vidas”. Yo me descargaba insultando en varios idiomas al chino que me espiaba desde el ciberespacio.
El chino seguía insistiendo: ”Pídale vidas a sus amigos”. Me fui hasta el súper con mi bastón y revoleando un queso mantecoso le grité: “Te creés que si tuviera amigos estaría boludeando por internet. Dejá de arruinarme la vida”. El chino simulaba no entender y repetía como robot, “ofelta queso maltecoso, está en ofelta”.
Mi obsesión por cambiar de nivel iba en aumento y dormía y comía pendiente de que se cumpla el tiempo reglamentario para jugar otra partida. Pero siempre aparecía el chino cortándome la jugada cuando estaba a punto de cumplir el cometido. A veces me dejaba pasar de nivel para tenerme después diez días penando para lograr el siguiente. Para ese entonces el chino no era sólo “el chino”. Tenía cara, tenía voz. Era sin lugar a dudas el chino del súper que me vendía el queso y yogur cada mañana. Yo lo miraba con odio, pero él no parecía darse por aludido, me decía glacias y sonreía astutamente.
Así que empecé a ir en horas en que había poca gente y le dirigía indirectas (No amenazas porque estos chinos tienen cámaras y grabadores por todos lados). “Buenos días. Hoy voy a entrar al nivel 70 y espero que no haya interferencias, USTED me entiende, ¿VERDAD? Puedo llegar a ponerme muy nerviosa, ¿SABE?”. El chino me miraba impávido y me decía “son centovente peso… glaciassss”. ¡Qué odio! Pero esa noche pasé de nivel. Se ve que el chino se asustó. Pero por otro lado pensé, ¿acaso me tiene lástima? Al día siguiente volví y le dije “¡NO NECESITO SU LÁSTIMA! Pero no interfiera conmigo, déjeme en paz”. El chino me ofreció un salame a mitad de precio.
Después de torturar semanas al pobre oriental un día me di cuenta que todo era una movida política, porque empezaron los cartelitos más explícitos; si vota a fulano no va a coger nunca más, si vota a mengano pasara de nivel sin jugar, mengano le regala un hígado cero kilómetro, zutano le regala automóvil para discapacitados. Me entusiasmé y les escribí al ciberespacio: Quiero un pulmón nuevo y una casita en Miami. Nunca me contestaron.
Al final el chino era más generoso… ¡¡¡Me regaló medio salame!!!
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Vamos porque viene y porque no está
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MEMOCRACIA
Por Gente de Fe
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- ¿A cuánto el dólar?
- Depende del órgano caballero.
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- ¡Mozo! ¿Un café tibio, puede ser?
- ¿Tibio como votar en blanco en un balotaje?
- No. Tan tibio no.
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-¿A esta momia la cargamos en el camión de mudanzas?
-¡Más respeto con el ex presidente!
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- No llego con el crédito a cumplir con mi sueño de comprar una ballena…
- ¿Muy cara?
- No. En el consorcio me sacaron cagando.
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- Hay un conflicto institucional en el traspaso de mando.
- ¿Por los ministros?
- No. Entre el bastón y la motosierra.
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- Mirá querida, conseguí el shampoo anticasta que me pediste,
- Anticaspa Roberto, anticaspa.
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- ¿Aguinaldo? No me politicen los costos muchachos.
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- Para ir al kiosco de la esquina tengo que dar la vuelta manzana.
- ¿Cortaron la calle?
- La privatizaron.
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- ¡Estás demasiado flaca!
- Es mi derecho a morir de hambre, no confundas.
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- Lo que importa es la salud.
- ¿A dólar oficial o MEP?
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- Señor Presidente, el presidente de China quiere eliminar barreras comerciales y vender a todo el mundo
- ¿Viste? Estos comunistas nos quieren imponer el libre mercado.
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- Antes que votar a ese, me corto las manos, dijo Alberto Bruzzone, 48 años, tenor.
- ¿Y si gana el otro? -Le pregunté.
- Me corto los huevos, replicó tajante.
No le va mal. Ya le hicieron una oferta para entrar en el coro de Los Niños Cantores del Tirol.
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Anita llora en la carnicería, frente a un hígado de la vitrina.
- ¿Qué te pasa Anita?
- Me acuerdo del tío Carlos. No aguantó la cadena de frío
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- ¡Al fin pude conocer el mar!
- Le debe haber costado un ojo de la cara.
- Los dos. ¿Me describiría el paisaje por favor?
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- …promover el bienestar general y asegurar los beneficios…
- ¡Comunista!
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Las coliflores de Rusia
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ESTÉRIL
Por Pablo Colombo
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Una vez encendido el samovar, Karpechenko preguntó: “¿Qué sale de cruzar un rabanito y un repollo?”
El camarada Vavílov pensó que lo tomaba por idiota. Le respondió con dureza:
-No lo sé, Georgi Dmitriévich. Dígame usted.
-Un repollo con raíz de rabanito. Lo mejor de las dos cosas.
Vavílov se dio cuenta de que estaba hablando en serio.
-Va a ser difícil -empezó a decir Vavílov -usted sabe que un híbrido es estéril.
-Nunca dije que sería fácil -dijo Karpechenko y cerró la discusión.
Vavílov sería un partero de la ciencia, pero se necesitaba mucho más que eso para disuadir a Karpechenko. Se jactaba de tener la cabeza más dura de todo Leningrado. Lo demostraba a diario partiendo adoquines con la frente.
Vavílov odiaba las palabras “te lo dije”, pero viendo a Karpechenko resoplar frente a sus híbridos pensó en hacer una excepción. Se contuvo. Un día hizo notar:
-No está cruzando dos especies, sino dos géneros distintos: Raphanus y Brassica. Sus cromosomas son muy dispares, no se reconocerán.
Karpechenko capturó la palabra mágica en el aire: con una estratagema, tomó una semilla estéril y le duplicó los cromosomas. Ahora cada uno tendría su compañero de baile y pasó lo que tenía que pasar: nació Raphanobrassica. Era el primer híbrido fértil en la historia de la ciencia. Lamentablemente, si bien se parecía al papá y a la mamá, tenía raíces de repollo y hojas de rabanito. Una decepción. Pero Karpechenko era inmune al desaliento; como ahora el híbrido era fértil, creyó que la selección y la herencia harían lo demás.
En 1941 la Patria fue invadida por el Tercer Reich. Aunque habrían podido llevar trayectorias brillantes en el extranjero, pero sintieron la íntima obligación de regresar. Fueron apresados en el acto. Vavílov fue enviado a un campo de concentración en Tahití; Karpechenko enfrentó un pelotón de ninfómanas en Moscú. Antes de la ejecución, el comisario político responsable del trámite desempeñó una rutina desganada que conocía de memoria:
-¡Muera el tirano Adolf Hitler! ¡Larga vida al comunismo! ¡Viva Stalin!
-Lo peor de las dos cosas –pensó, y no llegó a decir Georgi Karpechenko. Es que una de las camaradas cubría su cara de pezones y no le permitía hablar.
Vavílov murió de hambre. La cosecha en Tahití fue mala. Karpechenko falleció por sobredosis de viagra.
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¿No era que los árboles mueren de pie?
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QUÉ HACER CUANDO EL PITO NO FUNCIONA
Por Penny de Liverpool
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Si te dice “es la primera vez que me pasa” no le salgas de garantía ni le compres un auto usado.
- Sólo tenés que laburar otro rato flaca.
- ¡Andá a la farmacia carajo!
Comience por no suicidarse. Después de varios intentos, no se culpe a nadie.
Tener pito es como tener un Lázaro propio, una resucitación al alcance de la mano. A menos que sea hombre de poca fe.
No diga nada señora. No diga nada. No diga nada. Corre el riesgo que termine por desaparecer del todo.
Quando il vigore va bene, avanti con il pene, ma sempre avanti.
Quando il vigore mengua, avanti con la lengua, ma sempre avanti.
E se tutto efforzo nulo, avanti coni il culo, ma sempre avanti.
Te juro que es apenas la quincuagésimo quinta vez que me pasa.
- Es que lo bueno si breve dos veces bueno.
- Aunque sea que alcance para más de media vez entonces.
No me importa. Soy anorgásmica.
- Como el pájaro que muere antes de cantar…
- ¿No se supone que canta hasta morir?
¡Si yo te puedo fingir un orgasmo, vos me podés fingir una erección!
Frustración: La primera vez que no funciona por segunda vez.
Miedo: La primera vez que no funciona por primera vez.
Pánico: La segunda vez que no funciona por primera vez.
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Poniendo el pecho a las balas. O viceversa
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UNA VIDA SIN TETAS
Por Mónica Gervasoni
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Recuerdo mis años inocentes, en que el mundo se dividía entre las que tenían lo que había que tener y además en abundancia, y las que no. Sí, adivinaron. Las que tenían tetas y las que no. Con escasa dificultad advertí que yo estaba en el bando de las que no tenían. Y dentro de ese bando, yo era nacida para tener... nada.
En la edad en la que, según el calendario, algo debía venirme, esperaba con esperanza que al menos asomara algo parecido a un huevo frito. Nada.
A los catorce años parecían dos apenas huevos estrellados, ni siquiera fritos. Nada. Llegó Andrés como tenía que llegar, pero ellas, nada. Empecé a ser adolescente y mientras las chicas seguían comprando sujetadores de diferentes tallas, yo seguía usando los míos, para nada.
Me sentía sapo de otro pozo. Todas tenían algo para menear, pero yo no. Nada.
Sin embargo, crecieron. Sólo por un ratito, cuando quedé embarazada. Tenían que crecer por obligación y con un único propósito: amamantar. El efecto duró poco; apenas cumplieron su función, volvieron a su estado natural. Nada.
Recuerdo que me sentía una impostora en las conversaciones sobre tallas de copa y sujetadores push-up. Amigas y enemigas, discutían qué modelo realzaba mejor sus atributos; yo, nada.
Cuando finalmente guardé los sujetadores como recuerdo, tarde pero seguro, las lolas reaparecieron mostrándome un esplendor que no conocí en mi juventud pero que descubrí en la menopausia. Divorciada pero no viuda, amante pero no novia, de estado civil incierto, ¿para qué me servían? Para nada.
Finalmente, para no sentirme tan sola, compré una pecera con un pececito. Es igual a mí. Nada.
