Cuando las Fiestas Vienen Marchando

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Las navidades del conurbano tienen ese que se yo, viste

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CUANDO LAS FIESTAS VIENEN MARCHANDO

Por Mónica Gervasoni

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Cuando las Fiestas Vienen Marchando

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Las fiestas son las fiestas, pero sálvese quien pueda porque si se tiene familia numerosa, cuando se avecinan las fiestas, hay que predecir ciertos desastres naturales y ponerse a rezar.

Elegir el ámbito de los desastres es fundamental. Por ejemplo, si se juega de local o de visitante. De local se puede ofrecer, con todo lo que ello conlleva: departamento o quinta. En el departamento la familia numerosa y ensamblada termina amuchada, amontonada y entremezclada con su fauna personal: gatos, perros, guacamayos y comadrejas. En la quinta también, pero, aunque hay mucho más espacio, también, más especies: arañas, mosquitos, moscas, cucarachas culebras y ojos que brillan en la oscuridad, que planean entre los árboles.

Desde luego mucho que limpiar post fiesta y ningún voluntario, ni siquiera en contra de su voluntad. En fin, nada es perfecto y en Navidad tampoco.

Si no ha sido tomada por espíritu navideño Lo ideal es emborracharse. Lo indicado es comenzar dos días previos de manera leve y culminar la noche misma con una de esas borracheras que nos exculpan de todo y también hay que decirlo, nos inculparan de todo. Debe ir sabiendo que le echaran la culpa del vidrio que se le cayó en el vitel toné por ese vaso que se le rompió (con alcohol la vida se vuelve más amable pero mucha más confusa) lo mismo vale para las ensalada que condimentó con lavandina y siempre hay un flojo que termine la noche en el baño vomitando, mientras la cuñada chusma insista en llevarlo al hospital o peor, llamar a los bomberos,

Preparativos que atentan contra la paciencia de cualquiera

No se sabe por qué los adultos se ponen particularmente sensibles con los bebitos y tomaran a mal que les desaparezca el niño que usted aseguró que lo acomodaría en su cama y rumbo a su cuarto decidió que estaría mejor en el placar de la ropa de invierno y le cerró bien la puerta para que no se caiga. Para agravarlo, el pequeño hijo de puta, famoso sus berrinches, se acomodó entre lo sweaters y se pegó la siesta de su vida. Pasada una horas los padres entran en crisis juran que se lo han secuestrado y la miran a usted mal, seguros que lo tiró por el inodoro

El arbolito de navidad no es compatible con mascotas y el tamaño y espacio físico en el que se lo arme no importan. Los perros mean los árboles y los gatos sienten un placer enfermizo por comerse las pelotas.

Sugiero colgar el árbol del techo, no es muy estético, pero por lo menos garantizo que sobreviva hasta tener ganas de desarmarlo. ¿Julio tal vez?

A Dios gracias, por gracia de Dios, el menú es lo que importa

Antes de llegar a la mesa, con el morfi no se jode, si la mayonesa casera se le encarga a la suegra hay que rezar que no se zarpe en huevos. Si a la abuela se le encarga el pan dulce, hay que implorar de rodillas que no confunda sal con azúcar o con la cocaína que el nieto se olvidó de esconder. Si en el menú se incluye asado, que no se canse el asador y que los demás no le discutan si hacerlo a la parrilla o en cruz; cabe el peligro que quien hizo la sugerencia acabe en cruz también.

Si a la madre de la madre otra vez se le ocurre disfrazarse de Mamá Noel, que Dios nos temple la paciencia. Tiene que estar todo lo más parecido a Papa Noel que humanamente sea posible, teniendo en cuenta el corpiño 115. Además hay que prevenir a hijos, sobrinos y nietos con no, este papa Noel es más flaco y más petizo. A lo que ellos pueden argumentar: no vi ningún Papá Noel como ese en internet. Y usted, para sus adentros dirá: gracias a Dios, no. También pasará a la explicación de otros detalles del estilo “no las botas no son la de la abu, son las de Papa Noel” o “es normal que Papá Noel se maquille” y así un sin fin de frases que cuando más intención de aclarar tienen más oscurecerán.

Decirle a la improvisada Mamá Noel que recuerde sus años y que no le erre al escalón nunca se toma a bien. La última vez me lanzó de un puntinazo rodando los escalones al grito de “la puta que te parió vieja”.

Al suegro y al padre que nos tocaron en el reparto, hay que recordarles que no hablen de política, sexo o religión, menos que menos en los tiempos que corren, bajo amenaza de encintarle la boca hasta que se les pase la mona o les demos una pavita a la clona. Imprescindible: Llevar botiquín de emergencias para todo uso, preservativos y anticonceptivos para los jóvenes. Asimismo, ansiolíticos y opiáceos en la canasta navideña no pueden faltar.

Al adolescente hay que refrescarle la memoria hasta que recuerde no ir a la cena con los auriculares puestos y que si no los lleva puestos, no ambiente la cena con rock o heavy metal satánico; no sería de buen gusto. A la joven esposa que no se olvide del pan dulce, después está todo cerrado. Sobre todo, después de las últimas fiestas que cuando estaba todo cerrado intentó comprar pan dulce, que le vendieran uno por caridad o a precio dólar y como no consiguió ninguna de esas dos cosas, volvió con una perra y embarazada. Ella también creo que se embarazó en ese raid. Hay ciertos milagros de navidad que no entenderé jamás.

Oremos.

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