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STAFF AD HORES VI
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Internas de la redacción
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Fin de año. Tema obligado de la quincena. Algunos en la redacción le dedicaron una atención rayana al fanatismo, otros fingieron desinterés y alguno no sabe qué fecha es.
La más aplicada fue Mónica, pero todos colaboraron acomodando las dependencias para la ocasión. Hubo animalitos de peluche reciclados del mundial 86, cintas de sachet de leche a modo de guirnaldas, antiguos cordones de zapatilla orlando los dinteles y un simpático árbol de navidad lgtb+++ adornado con copos de algodón, coronas de papel de cigarrillos y tubitos de papel higiénico a la témpera.
La Directora verdaderamente se conmovió por el esfuerzo. A tal extremo que perdió el habla. Cuando finalmente dejó de estar muda profirió un único vocablo. “Ajuste, ajuste, ajuste”. Después pudo pronunciar “devaluación”, “motosierra” y “no les pago para esto, no les pago en absoluto”. Acto seguido extrajo un machete de la cartera y repitiendo me cago en el voto, la emprendió contra decoraciones, muebles y escritorios. El SAME envió dos siquiatras, la Policía de la ciudad ocho efectivos, los evangelistas de a la vuelta y los integrantes de un congreso de pastores de Latinoamérica en número de 381.
Todos quienes acudieron a reducirla resultaron con lesiones de distinta magnitud.
Lástima lo del arbolito.
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Cristina Wargon
Directora
Una vez repuesta, declarada inimputable y liberada, nuestra Directora tomó nuevamente el timón de la revista. Como el timón no funcionaba, se lo reemplazó con un volante de Chevrolet 400 que había en el sótano. Una vez solucionada la conducción, decidió honrar la Navidad con un número especial y nos instó a que organicemos la cena de fin de año del Staff. Nos autorizó a un gran asado, con la sola condición de que aportáramos la carne, el fuego y el asador.
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Ricardo Zárate
¿Secretario? de Redacción
Recluido en su departamento sin ventanas, Zárate trabajó incansable como siempre, apartado de toda novedad. Lo fuimos a buscar para la cena de fin de año. Parpadeó como suele hacer cuando se siente azorado y preguntó “¿De qué año?”. Le explicamos con paciencia que se trataba de 2023. Rechazó nuestra oferta. Él solamente se propone salir a la calle en el 2027. Y depende de cómo esté la cosa, dijo.
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Liz Marino
Divagaciones y Tocs
Las Navidades surten un efecto asombroso en Liz. Si bien es naturalmente muy menudita, en las festividades comienza a levitar. Nada que nos impresione, se eleva no más de un par de pulgadas del piso y con esa habilidad nunca pudimos hacer un mango. Ella tampoco. Arguye en su favor que no se trata de un don volitivo. “Me sale cuando me sale”. Como su don se expande a todo lo que toca, su plato se convirtió en manantial de un gran enchastre.
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Lidia Poggio
Rockstar
Lidia acudió al ágape acompañada de su inseparable compañero Patata, un pato tuerto y con una extraña condición neurológica: Solamente camina para atrás y en círculos. Gabriel se acercó a acariciarlo y murmuró: “La verdad, prefiero chivito, pero ya que estamos en ajuste…”.
En el acto, Lidia sometió a Gabriel a la certeza de sus infalibles bastonazos. Entre todos logramos sujetarla. ¡Al primer hijo de puta que vuelva a mirar con codicia a Patata lo degüello con el bastón! Dijo amablemente y amenazó con treinta y cuatro puñaladas adicionales.
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Leonardo Silveira
Videoteces
Leonardo llegó vestido de Papá Noel. Nos pareció cursi, improvisado y muy de colonización cultural. Nos encantó. Quiso cambiarse para evitar el calor hasta la noche del 24. Se dio cuenta en ese momento de que había dejado su equipaje en el Buque Bus. El Vikingo se ofreció a buscarlo. No regresó hasta el día siguiente bien entrada la noche. Farfulló las palabras whisky y cabaret antes de caer en profundo sueño. Leo mientras tanto fue rebautizado Adán. Él prefería Tarzán, pero el improvisado taparrabos que realizó con papel creppe resultó un fracaso.
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Mónica Gervasoni
La Infatigable
Con gran entusiasmo, Mónica se propuso hacer un pesebre viviente en las oficinas de la redacción. Entre todos cocinamos varias excusas para no tener que participar. Que carecíamos de un negro, nos faltaba un bebé y andábamos escasos de camellos. Nos acusó de poco imaginativos y de boicotearla. No cesó en su empeño sin embargo. El 23 se presentó en la redacción con tres burros escuálidos, dos con cuernos hechos de ramas de mora y un petizo viejo y mañero con un globo en el lomo y tapado con una manta al tono. “¿Acá tienen burros, alces y camellos. Con qué excusa me van a salir ahora?”. Nos escondimos detrás de la Directora y rezamos.
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Gabriel Steinberg
Con o sin Cuero
Gabriel se indignó profundamente otra vez. Pero la idea de un gran asado lo desindignó enseguida. Él y Zárate fueron por las provisiones. Regresaron compungidos y con las bolsas de compras vacías. “Un kilo de pesceto se fue a diez y ocho lucas” anunciaron. Sin embargo el ingenio de Steinberg hizo que intentara con las mascotas de la redacción. Lidia defendió a su pato. Liz le dijo “si te acercas a mi gato morirás estrangulado con mi cinturón Loreal Nro. 8”. Cuando le preguntó a la Directora por sus zarigüellas, tuvo la mala fortuna de que ella llegara en ese momento de la calle con un paraguas y casi pierde un ojo. De todos modos una distracción de Mónica nos procuró una de sus mascotas, casi dos toneladas de exquisita orca. Las orcas tienen matambre, molleja y costillas. Si le sumamos las habilidades del gourmet, ¡feliz fiesta para el Staff!
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Filípides de las Casas
Por-te-ño
Esta vez fuimos a buscarlo. Tardamos apenas seis horas en salir de Parque Chas. Se sintió muy complacido de ver algo del resto de Buenos Aires otra vez y hasta lloró ante la vista de la Casa Rosada. ¿Extrañás? Le preguntamos. No, es otra cosa, respondió y siguió llorando. Una vez en la redacción, le comunicamos lo del pesebre viviente y que él fungiría de Niñito Dios. Vanas fueron nuestras súplicas para que acepte. “¡Tengo canas, sarta de otarios!”. Luego de suplicarle otros treinta segundos, optamos por el uso de la fuerza. Leonardo y el Vikingo se encargaron de los pañales. Que un grueso y piadoso telón caiga sobre esa escena.
Eso sí. Ahora no sabe cómo regresar a Parque Chas.
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Gabriela Martínez
Cor-do-be-sa
Justo en el momento en que comenzábamos a excusarnos de participar del pesebre viviente, Gabriela llegó desde Córdoba. De inmediato hizo causa común con Mónica. Con la diplomacia y tacto que la caracterizan, nos empujó a la acción. Tiene brazos poderosos por cierto. De inmediato decidió que ella sería la virgen. Se escucharon ahogadas risitas masculinas. “¿Quién fue el culiau?” dijo ella. Respondió enseguida “Fuiste vos”, señalando a Pablo. Lo tomó de la mano y emprendió el camino hacia el sótano. Volvieron unas seis horas más tarde. Pablo dijo que haría de José, de Baltazar o del burro, de lo que fuera. Del burro no, decretó la cordobesa.
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Pablo Colombo
Biología y Fermentación Etílica
Ésta fue la primera visita de Pablo a la redacción. Sus anteriores intervenciones habían sido por zoom. No estaba por lo tanto acostumbrado a la abrumadora presencia física de Gaby y a su impetuosa naturaleza. No obstante se adaptó muy pronto e interpretó a José. Enfrascado en su papel, se sorprendió al escuchar cuando Gabriela respondía muy explícita a una llamada de Córdoba. Alterado por los detalles que llegaban a sus oídos, Pablo susurró apenas “pero, vos y yo, el sótano…”. “Tranquilo” le respondió Gaby señalando el teléfono. “Es el espíritu santo”.
Festejamos a coro su primera visita. Aunque lo dijo muy bajito, escuchamos sus palabras de gratitud: Y la última.
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Claudia Baier
Sur y Después
Claudia emprendió la travesía desde Bahía Blanca, ignorante de las implicaciones de esta visita. Al enterarse del asado se alegró mucho. Dijo no recordar cómo era, que de 2015 a la fecha pasaron cosas, excepto costillares o achuras. Sin embargo su alegría se vio truncada al saber del pesebre y que ella haría de Magdalena. Adujo que la intervención de Magdalena era muy posterior en la historia y en circunstancias menos felices. No nos importó su objeción. Ella rompió en llanto. “¡Ese es el espíritu!” celebramos.
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Carolina López Scondras
Biblioteca y Mapoteca
Desde su última visita no regresó a Umbalechea. Con el asunto del pesebre, se vio obligada a desarmar su carpa instalada en la oficina y pernoctar a la intemperie. Por suerte el balcón es generoso, aunque los aullidos de los obreros que construyen el edificio de enfrente la despiertan a deshoras.
Relegada de los papeles femeninos de la puesta en escena, Caro optó por representar a Baltazar. “Es una vieja fantasía que tengo”, dijo con mirada torva y sonrisa pervertida. Los varones presentes huyeron, Sin embargo todos sabemos en donde vive Zárate. Y allá se dirigió Carolina.
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REVISTA A LA GORRA
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