Staff Ad Hores VIII

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STAFF AD HORES VIII

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Internas de la redacción

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A lo largo de una quincena, el sitio de la revista fue hackeado tres veces. En las tres ocasiones tuvimos el acceso denegado y en cada una de ellas perdíamos parte del contenido. En total fueron treinta días de drama, de ciberinfierno. Gabriel acompañaba al Vikingo en la redacción desde las honduras de su cocina. Hablaban de claves, bases de datos y backups. También de html, SSL, protocolos de seguridad, asados, encurtidos e importación de ladrillos de marihuana. Dos verdaderos ecologistas. Ni el frío ni la nieve los amilanaron, sobre todo si tenemos en cuenta que fueron días de cincuenta y cinco grados a la sombra.

“De cómo sobrevivimos a los japoneses hackers, de cómo reaccionamos y de quienes nos auxiliaron”.

 

Cristina Wargon Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Cristina Wargon

Directora

La Directora reaccionó con un comportamiento extraño a raíz del hackeo. De hecho llegamos a temer por su salud emocional: en más de una semana no puteó a nadie en la redacción. De hecho cuando el cartel de la oficina indicó 14 días sin siquiera un carajo, aunque sea en voz baja, recurrimos como medida extrema a la asistencia espiritual. Filípides de las Casas convocó al Doctor Rulo para que realizara un exorcismo serrano con sanación andina. ¿Sanación qué?, inquirió la Dire. Cuando el Doctor Rulo le explicó en detalle los pasos de la cura, ella le arrojó un pequeño busto de Napoleón, de mármol, que se encontraba en el escritorio. Los obreros de la obra en construcción de enfrente se santiguaron al escuchar el río de improperios emanado de sus labios. En ese momento suspiramos aliviados.

 

Ricardo Zárate Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Ricardo Zárate

Secretarío de Redacción

El secretario de redacción fue el primero en enterarse del hackeo. Inmediatamente nos comunicó: “Desapareció todo el sitio web”. Al no poder contactar especialista alguno, Ricardo, resignado, llamó a su primo para preguntarle por algún experto. El Vikingo, instalado en la Triple Frontera, protegía un cargamento de placas de video llegadas de Tailandia, sin estampilla de Aduana y birlada a unos comandos K de Ucrania. “Ni bien se me pase el pedo me llego por la redacción” dijo el Vikingo. Continuará.

 

Liz Marino Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Liz Marino

Divagaciones y Tocs

Liz nos sorprendió con sus habilidades levitatorias. Usualmente no flota a más de un par de centímetros del piso, pero en esta ocasión resultó muy diferente su accionar. Para la primera semana ya se alzaba más de dos palmos. Al segundo ciberataque comenzó a tener problemas con los techos. Finalmente, cuando volvieron a borrar el contenido, encaró hacia el ventanal del balcón repitiendo “recuérdenme como a Remedios la Bella” y comenzó a planear sobre Buenos Aires hasta que la perdimos de vista. Razón no le falta. Los pecios de los medicamentos se fueron a las nubes.

 

Lidia Poggio

Lidia Poggio

Rockstar

Lidia, en una reacción conforme a su naturaleza, explotó. Dijo que aunque no sabía un carajo de web o computación, no se iba a quedar de brazos cruzados. Inmediatamente consiguió una guía Filcar del ´98 y comenzó a rastrear tintorerías clásicas. La comunidad japonesa de CABA dio en temer a la Vengadora Abastonada, que atacaba con un antifaz gitano y antenas de Chapulín. El Hospital Japonés rebozó de pacientes contusos o con fractura de cráneo. Por favor, no digan nada.

 

Leonardo Silveira

Leonardo Silveira

Videoteces

Leonardo rompió en llanto ante el primer borrado de contenido. A tal extremo se sintió conmovido que comenzó a frecuentar un templo de la Iglesia Ortodoxa Griega, la que le queda a veinte metros de su casa. Al segundo borrado rompió las pelotas a todos con su llanto. Al tercer ataque rompió un elefantito de porcelana que adornaba el escritorio de la PC. Impelido a explicar su reacción dijo “Es chino, que viene a ser como un japonés pero de a muchos”. El elefantito era de su mujer. Ella llamó a Lidia para que tome represalias. Lidia respondió que sí, claro. Emprendió la tarea con un obrar demasiado entusiasta para el gusto de Leo.

Mónica Gervasoni Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Mónica Gervasoni

La Infatigable

Mónica no comprendió en un principio de qué se trataba todo el episodio. Más tarde sin embargo, empezó a entender menos. En primer lugar culpó al Zoom. Eso nos sorprendió ligeramente. Al explicarle que no tenía nada que ver comenzó con una retahíla de hipótesis. “Es por Facebook”. “Seguro que se trata del Whasapp”. “Te juego cualquier cosa que es porque Linkedin nos tiene entre ceja y ceja”. “Cuidado, no sea cosa que venga del lado de Instagram”. “¿Se fijaron en C5n?” Finalmente, con una ya indisimulable molestia, nos manifestamos en frases como “¿Otra pelotudez?”, “Jate joder” o “Preguntale a los de la panadería”. Mónica, desanimada, se fue a hacer una siesta. Nos da miedo despertarla.

 

Vikingo Zárate Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Vikingo Zárate

Defensor de Sacachispas

Alertado por su primo. El Vikingo llegó a la redacción y se plantó frente a la Directora. Ésta se mostró reacia a su colaboración, “La última vez hiciste mierda dos mil dólares de equipo”. El Vikingo se mantuvo en sus trece, aseverando que él podía. Interrogado por todos acerca de sus conocimientos sobre la web, admitió no tener ni puta idea. “Pero el día que unos cuantos japoneses le ganen en tozudez a un vasco, el mundo se va a la remismísima mierda”. Ciertamente tuvo un inicio lento y laborioso, con el apoyo incondicional de Gabriel. Tras una larga y enconada batalla, el bien triunfó sobre el mal. O al menos echamos a los invasores a patadas en el culo.

El intenso entrenamiento en seguridad informática le brindó al Vikingo la posibilidad de explorar nuevos horizontes laborales. Empezó como hacker a sueldo y al mes ya arrancó por su cuenta. Le va muy bien.

 

Gabriel Steinberg

Gabriel Steinberg

Con o sin Cuero

Gabriel fue otro inesperado artífice de la reconstrucción. Si bien es cierto que su desconocimiento informático lo pone a la par del Vikingo, conformaron con éste una alianza virtuosa a través de esos auriculares para teléfono como los de las películas. Creemos que barruntó un posible abastecimiento cuasi perpetuo de bichos para el asador vía triple frontera. Sus meditaciones colaboraron enormemente en la resolución del conflicto. Se lo escuchaba al Vikingo responderle “Sí. Se planchó el paralelo, rajemos al MEP”. En otras ocasiones “Decile al paraguayo que deje mortadela también, yo lo arreglo” o “Por doce kilos ni nos calentemos”. Cuando todo terminó, nos esperó en su casa con un festín compuesto por pez globo, tarta de anguila, pan ácimo y sopa de murciélago. No fue nadie.

 

Filípides de las Casas Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Filípides de las Casas

Por-te-ño

Filípides resultó el más gravemente afectado por los sucesos computadoriles. Se angustió mucho y desde luego intentó en vano salir de Parque Chas. Su fracaso permanente en dicha tarea, sumado a la pérdida del material publicado y al aumento de precios del monopolio del súper chino de la otra cuadra, lo arrastraron al desquicio creativo En sus propias palabras: “Confieso que lo más duro de cyber ataque fue que me sentí compelido a cambiar la personalidad de Estanislao. De pronto se  convirtió en un gaucho de pañuelo verde, bisexual y fan de Cristian Castro”.

 

Gabriela Martínez

Gabriela Martínez

Cor-do-be-sa

Gaby puso de inmediato manos a la obra. Secuestró a un ciberespecialista de la facultad de matemáticas en la Universidad Nacional de Córdoba y lo llevo a Buenos Aires. Se trataba de Nicolás Wolovick, un muchacho encantador que le proporcionó al Vikingo herramientas valiosas y necesarias de seguridad informática, indicaciones que valieron su peso en oro. Lamentablemente, en su afán de acción, Gabriela lo trajo setecientos kilómetros encerrado en el baúl del auto. Arrepentida y emocionada, Gaby reconsideró su actitud y no lo regresó en el baúl. Se limitó a depositarlo maniatado en el asiento trasero y arrojándole cada tanto gas pimienta. El mismo que usa de desodorante.

 

Pablo Colombo

Pablo Colombo

Biología y Fermentación Etílica

Pablo colaboró desde su casa en Zárate. Más que nada enviando café en cajas vía comisionista. Como le tenemos tanto cariño y se mostraba tan solícito, nos daba pena decirle que el café llegaba invariablemente volcado. La situación empeoraba mucho cuando le daba por colaborar con la cena y mandaba fideos con bolognesa o rissoto. Finalmente echamos suertes y le tocó a Pablo avisarle a Colombo de lo desdichado de la situación. Compungido, ora Pablo, ora Colombo, se comprometió a resolver el desaguisado. Desde ese momento prescindió de los servicios del comisionista y decidió enviar las viandas por Uber.

 

Claudia Baier Staff Ad Hores Humor a la Wargon

Claudia Baier

Sur y Después

Desde su Bahía Blanca, Claudia desde un primer momento se mostró culposa. “¡Es por mí, por mis notas, ustedes me avisaron que siempre me voy al carajo!”. Tratamos de consolarla diciendo que no por escribir sobre lamidas de clítoris o lengüetazos en igual sentido, ello podría resultar en el encarnizamiento cibernético del que éramos víctimas. Siguió llorando, en su casa primero, luego en el micro y finalmente en la redacción. Luego de tres días de culpa y llanto ininterrumpido supimos que teníamos que hacer algo. Envuelta en cinta de embalar y amordazada casi ni se la escucha.

 

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Carolina López Scondras

Biblioteca y Mapoteca

Desde Umbalechea, Carolina no se mostró indiferente al luctuoso evento. Bajó del taxi con un señor debajo del brazo. Se trataba de Luciano Garriz, especialista en seguridad informática, además de ex piloto, panelista de TV, conductor y bailarín de radio, amén de antiguo colaborador de Jacques Cousteau. Estuvo horas trabajando codo a codo con el Vikingo, quien, muy servicial, no dejó de importunarlo. Como principal medida de seguridad, Luciano le sugirió que se corte los dedos. Una vez terminado el trámite, Carolina volvió a colocarlo bajo el brazo y huyó en un Uber hacia Umbalechea. Todo el evento nos llamó mucho la atención. Caro pesa cuarenta y dos kilos, mojada, y Luciano le lleva dos robustas cabezas.

 



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