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Con una ayudita de mis amigas
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LAS DIVINAS
Por Claudia Baier
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Las juntadas con las amigas son medicina. Y la ciencia me respalda. A una de ellas su psicóloga se lo prescribió de manera contundente. Además es baratísimo, con presentarte con un vino abierto o un budín caduco, ya podés empezar la sesión.
A dónde recurrimos cuando estamos hartas de nuestros hijos. Esos retoñitos que ya tienen más pelos que un oso negro asiático y casi su peso y altura. No estudian, no laburan, no se lavan un calzón, no ponen la mesa, no sacan la basura, no alimentan al gato y sólo se bañan bajo amenaza de destierro. Parecen empecinados en encontrar la aplicación para hacer todo eso que les reclamás desde sus celulares, que son la continuidad de sus brazos.
Tienen el sillón tatuado en el culo y un olor a zapatilla abombada que te voltea. Antes de matarlos, a dónde vamos? Pero claro, a la juntada con las pibas. Y si no hay una muy próxima en la agenda, entramos al grupito (Las divinas, en nuestro caso) y escribimos: “chicas necesito juntada” seguido del emoji de un revolver. Y enseguida se activa el rescate.
La mejoría ya empieza cuando agarrás el picaporte para huir de tu casa rumbo a la juntada, dejando atrás por un rato el vaho a zapatilla en escabeche. Continúa cuando estando a tres cuadras ya se escucha el caos de las charlas simultáneas y las risas a todo volumen. Y ni hablar cuando llegás y una hermana te recibe con la copita del malbec que te gusta y otra viene con la tabla de pizzas, sumale risas hasta la falta de aire y actualización de chismes. Combo infalible para librarte por un rato del instinto filicida que te gobernaba hasta ahí. Las cuitas seguirán, pero se comparten, y la mochila se aliviana.
Y también, a dónde vamos cuando sospechamos que nuestro compañero de ruta está mirando con dedicación, esmero y complicidad a la vecina? (Sí, esa con la que compartís sólo el cable y la internet, hasta ahora…). Claro, a la juntada con las pibas. Dónde más. Y si no hay una cercana en el calendario, otra vez, Las divinas: “chicas necesito juntada” seguido del emoji de una bazuca.
Cuando llegás, misma ceremonia, pero esta vez venís con los ojos en compota y la cara plastificada de mocos. Porque ya confirmaste tus sospechas y duele más que un martillazo en las tetas.
De todos modos el rescate empieza con la copa de vino de rigor y el cacho de pizza que hidratás con más lágrimas. Es que los abrazos largos y apretados en el nido seguro de las amigas te avivan el llanto con hipo. En este punto, una hermana solícita te alcanza ese repasador multiuso para que te suenes.
Mientras te serenás, gracias al efecto relajante del alcohol y la harina, la anfitriona recomienda, con el aplomo y la expertisse propios de una charla Ted: nada de asesinar al socotroco y esconder su cuerpo en el pozo que preparaste para el limonero, previa descomposición en cal viva, porque en la cárcel no nos vamos a poder juntar como ahora y además no te dejan pasar vino. Es un incordio. (Todas asienten convencidas)
Y desarrolla: mañana, con la luz del día, y después de desayunar le vas a proponer al quía, que lo que vos querés es tener una PAREJA ABIERTA, y a ver de qué se te disfraza el muñeco! (El resto estalla en un aplauso cerrado y reponen pizza y vino)
Después que le lanzás el dardo, existen tres posibilidades de reacción.
Primero y muy probable, es que el infame se prenda con la propuesta, y en este punto, nada de demostrarle sorpresa y mucho menos decepción. Enseguida buscás la birome y la libreta donde escribís la lista del súper, para detallar los acuerdos del nuevo arreglo. Avanti con decisión inflexible. A sumergirte en la experiencia y a gozar!.
Segundo, puede suceder que con esta embestida tuya, quede pasmado, turulato por la impensada propuesta, desencajado. Y entonces, incapaz de reaccionar, hace lo que la única neurona que sobrevive al impacto le dicta: te deja y se va con la vecina… ¡Y con él todos tus problemas amigaaaa! ¡Chau chau adiós! Que la susodicha lave sus palometas y que pase el que sigue. (Apareció una botella de whisky que no sé de dónde salió)
Y tercero, que con esta firme determinación de tu parte, caiga en la cuenta que la está cagando mal, recapacite, se arrepienta, pida perdón arrodillado en maíz y empiece a mirarte con deseo y lascivia a vos y a nadie más que a vos.
Decime si no es maravilloso este equipo. Vislumbran claramente tres salidas del problema ¡y todas con final feliiiizzz!! (Abrazo grupal a los saltos)
Ya ni rastro del estropicio que eras cuando llegaste. Ahora toca reírse y charlar hasta el amanecer. Medicina de la buena.
Llegás borrachísima a tu casa, pero liviana y agradecida. Abrazás y besás a tus bestias que todavía siguen prendidas al celular. Y esa noche dormís en el sillón porque le temés a la tentación de asfixiar con la almohada al conquistador serial. Ya lo dijo el concilio, nada de asesinatos por más merecimientos que haya coleccionado la víctima.
Guardá la bazuka.
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