Los Profesionales

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¿Recuerdan la serie de los 70s? Ni parecido

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Por Pablo Colombo

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La profesora de matemáticas tocó timbre: venía a hacer la limpieza de mi casa. Era una señora robusta, de unos cuarenta años, y se había ganado mi confianza como asistente confiable de su esposo. César, su marido, era abogado, y su especialidad era la plomería.

-¿Permiso señor, por dónde empiezo?

-Por el baño Patricia, si no le molesta.

Soy de los que creen que la charla trivial es el insumo principal de la empatía, pero lo de Patricia era una adicción, un horror acústico al vacío. La vacuidad venía por el lado del contenido: todo no se puede.

-¿Usted cree en este circo?

-¿En qué circo?

-En el supuesto atentado contra Cristina.

-¿Por qué “supuesto”, Patri?

-Porque estaba todo armado. ¿Cómo un tipo así se va a abrir camino entre la custodia? Estos periodistas ensobrados se creen que la gente es tonta.

Dos semanas más tarde vinieron los dos: Patricia para hacer la limpieza y César para colocarme un mosquitero.

-¿Cincuenta mil pesos por un mosquitero? -me horroricé.

-Y se lo conseguí barato. Este es bueno, los chinos no duran nada.

-Es el doble de lo que me dijiste el mes pasado -protesté.

-Es así. Acá solo se beneficia la casta. Trabajamos para ellos.

Patricia fregaba la bacha de la cocina. Me hizo señas.

-Este desagüe está goteando. ¿Quiere que César se lo cambie?

-Primero tengo que reponer los cincuenta mil del mosquitero, Patricia. El mes que viene me lo cambia.

-¿No se acuerda que le dijo a César que el mes que viene iba a hacer podar la palta?

“Otra que Los Copitos; si iban estos, por algunos mangos, Cristina era boleta hace rato” -dije entre mí. César encastraba el mosquitero con angustiante parsimonia, mientras me explicaba con detalle por qué el alegato del fiscal Luciani era inapelable. Cuando terminaron, a las siete de la tarde, suspiré aliviado.

-¿Te vas a hacer la cena? – pregunté a Patricia.

-No señor. Voy a darle clases particulares a una nena. No le entra la trigonometría en la cabeza.

-Es dura.

-No, la profesora es una chanta. Tira las fotocopias, pide licencia y cuando vuelve toma examen. Los chicos se agarran la cabeza.

-Más plata para vos…-dije por decir algo.

-Es depende. Gano más limpiando casas. ¡Qué le vamos a hacer! Es del gremio de Baradel, no se la puede tocar ni decir nada. Vamos a terminar siendo Venezuela.

Ahora es setiembre. Pronto la palta comenzará a brotar, y según César es el momento de la poda. Me va a cobrar solo $40.000 pesos.

-¿Quiere que también cambie el desagüe?

-¿Cuánto sale?

-Y, uno como ese por lo menos $80.000.

-¿Cuánto?

-Yo digo para que le dure. Me dijo el de la ferretería que me aguantaba el precio hasta hoy. Si no, se le va al doble: es por la política monetaria expansiva del tercer trimestre.

-César…me estás verseando.

-No no…lo dijo Pagni. Ahora están emitiendo LELIQs para neutralizar el exceso de liquidez, pero se acumuló una montaña de déficit cuasifiscal que se la debo. La devaluación es cuestión de tiempo.

-¿A eso lo dijo Pagni?

-No, Dujovne.

_¿Volvió Dujovne a LN+?

-Y, tiene que vivir. Hágame caso: cambie el desagüe ahora. Mire el charco que tiene ahí.

-César, decile a Dujovne que si quiere vivir bien se haga plomero. De paso te neutraliza la liquidez.

César acusó el golpe. Se ofreció a hacerme la mano de obra “gratis”.

Hay que aprender a tratar con estos universitarios. Ojo que trabajan bien, son eficientes y prolijos. Pero tenés que estar atento.

Patricia tomó el trapo de piso y me dijo: “Quédese tranquilo que nosotros lo secamos”. Qué quieren que les diga, no me dejó la menor duda al respecto. Minga de loquitos sueltos: estos son profesionales.

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