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CUANDO EL CORAZÓN GRITA
Por Pedro Saborido
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Hay que contestar lo que nadie pregunta.
John William Cooke
El grito de una consigna, de un grito de guerra, nos lleva a lo primitivo del ser humano. Desde los más antiguos registros de la humanidad, el grito sirve para mostrar fortaleza y decisión y para, en un mismo acto, descargar orgásmicamente lo que estaba contenido. Pero ¿qué dice el corazón cuando grita? El etnomusicólogo Joseph Jordania ha estudiado cómo los sonidos, los cantos y, en particular, los gritos han perdurado a través de la selección natural. Si la evolución no se encargó de modificar nuestro aparato fonador para eliminar la posibilidad de gritar, es porque el grito representa, de algún modo, una ventaja adaptativa.
REPORTAJE A ORLANDO FALDONE
—¿Cuándo fue la primera vez que gritó «¡Viva Perón!»?
—Fue a los 9 años. Un primo mío me había encerrado en un lavarropas. Y con ese grito yo me pude dar fuerzas y desde adentro dar un salto y con un cabezazo abrirlo arrancando la tapa del Eslabón de Lujo. Mi padre, al ver a ese niño emergiendo como una explosión desde adentro del lavarropas al grito de «¡Viva Perón!», no dudó. Me anotó en un concurso. Y desde aquel día no paré.
Así, con este testimonio, Orlando «Un grito de corazón» Faldone, nos recuerda aquella, su primera vez. Faltan apenas horas para que comience su participación en el «XII Torneo Anual de gritar ¡Viva Perón!», que se celebra en Villa Domínico, Avellaneda.
—Igual, para mí lo importante no es competir —aclara Faldone—. Lo importante es gritar «¡Viva Perón!». Porque en ese momento lo que siento es que me convierto en pura expresión. Casi como que dejo de ser. No soy yo. Soy el grito. Me asusta que esto suene muy entre psicológico y poético y alguien piense que soy un enfermo, un drogadicto. Y por ahí sí, mi droga es Perón. Dejémoslo ahí. Cuando me acerco a las metáforas no me gusta.
Orlando «Un grito de corazón» Faldone, ha sido campeón en varias categorías, destacándose en:
Viva Perón simple.
Viva Perón colgándose de una ligustrina
Viva Perón llevándose puesto un patrullero.
Viva Perón tirándose de pecho contra un portón de chapa.
Viva Perón saltando desde una terraza a una Pelopincho.
Viva Perón cabeceando un tacho de 50 litros de brea.
En todas ha salido campeón.
—Sin embargo, a mí me gusta mucho el «Viva Perón pasando con un Fiat Duna por un lomo de burro». Me gusta por el efecto que se provoca al saltar, precisamente, por el lomo de burro. A saber: una especie de «¡Viv-a-aap!» que es por el saltito que pega el auto y luego «¡Perooooonnnnn!», cuando el Duna acelera. Es muy metafórico. No sé de qué. Pero sé que lo es.
En cada Torneo Anual de gritar Viva Perón, se vuelve a destacar y rescatar el espíritu de la contienda: afianzar el ejercicio de este grito, al que comúnmente se lo puede categorizar como grito de guerra, pero que puede ser usado en cualquier ocasión.
—Yo sé de cirujanos que antes de abrir a un paciente se mandan un «¡Viva Perón!». Y de obstetras que al sacar a un pibe, en el último tirón, lo mandan. Hay que ver lo bien que nace ese pibe. La energía con la que llega al mundo. Más allá que al obstetra se le pueda espiantar y lo tenga que atajar el anestesista. Pero vale la pena, porque el pibe nace bajo la enunciación de esos dos fonemas (Viva y Perón) que son, en sí, la síntesis del poder de la conciencia y la autoestima de clase. La pérdida de culpa y miedo. El reclamo a vivir como un derecho y no como un permiso.
«Un grito de corazón» Faldone nos comenta que participará en otras exhibiciones fuera de competencia, como «Cuarenta gordos colgados de una grúa se hamacan y gritan Viva Perón», junto a la gente de Fuerza Bruta. Y también hará «Salto en carrito de supermercado sobre techo de tren eléctrico gritando Viva Perón», que es un derivado de «Viva Perón en carrito de supermercado bajando para la ladera del cerro Catedral». También promete una charla TED sobre este tema, que publicaremos más adelante.
—En la charla explico que el «¡Viva Perón!» es eso: la reafirmación de que algo va a seguir siempre vivo. Porque se le ordena eso al destino, a la historia. «¡Hágase la luz!», dijo Dios. Y la luz se hizo. «¡Viva Perón!», decimos nosotros. Y entonces Perón vive. Se da en un plano simbólico y metafórico, obviamente. Pero prefiero no hablar más. Ahora me voy a tomar un té de jengibre para preparar la garganta. Hoy abrimos el torneo gritando «¡Viva Perón!» acompañado por Miguel Ángel Estrella y por ahí, si pinta, Baremboim con la filarmónica. Son cuatro notas nada más. Pero hay que tocarlas con sentimiento.
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REVISTA A LA GORRA
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