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¿No se hace?
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NENECA SE NACE
Por Gabriela Martínez
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Al fondo de mi barrio vivían los raros. En una especie de mesa de saldos y retazos organizados aleatoriamente. Allí vivía Neneca. Muchas historias se tejieron en torno a su mal lograda humanidad. Atemporal. Artesanal. Dotada de una belleza exótica que rayaba lo espeluznante, había nacido vieja. Sólo tenía que sobrevivir, la vida no le pedía otra cosa. ¡Respirá Neneca! ¡Vos respirá!
Neneca sonreía y el mundo sonreía con ella. Es que usó chupete hasta los dieciocho por lo que su padre tuvo que construirle un garaje para su dentadura. El lanugo que la cubría fue motivo suficiente para que Policía Ambiental intentara en varias oportunidades ponerla a resguardo y liberarla en su hábitat natural. Durante su ausencia los vecinos tejían varias historias, ninguna comprobada.
Dicen las malintencionadas vecinas que ya nació con un carré que mantuvo lacio perfecto en el trayecto por el canal de parto, pañales de sarga color gris y pinzados. No son pocos los que aseveran que vino al mundo montada en unas usutas que serían la envidia de cualquier Comechingón.
Inofensiva, de hedor a naftalina y colonia inglesa pese a incesantes aleteos en temporada de apareamiento, no lo llegó a conseguir jamás. Hasta fue en vano el cartel que le donara el Centro Vecinal y que ella esgrimiera agradecida colgado de su cuello “EN CASO DE UN ENCUENTRO SEXUAL, ESTA PARTE VA PARA ADELANTE”, puesto que era muy difícil identificar si Neneca iba o venía.
A todos les preocupaba su virginidad, la falta de amoríos, ya que desentonaba con el resto. En mi barrio el antónimo de belleza era causal de ser zorra avezada.
A Neneca la aceptación por parte de los vecinos le llegó post morten. En su casa se levantó una especie de grutita en donde todos se acercaban a pedirle milagros como el que no haya tantos gorreos en el barrio , llevarle velas, preservativos y hasta dejaban consoladores y calzones de sarga color gris. Estampitas con su imagen de bajo presupuesto no faltaban en ninguna casa.
Recuerdo haber ido con mi madre a pedir por una tía flojita de papeles y de calzones mientras unas mujeres comentaban que le habían solicitado al cura del barrio su beatificación pero lo recaudado en la feria de platos no alcanzó para dar inicio al trámite administrativo. ¡Y menos mal !
Porque en el interín apareció un señor que bajo los efectos del alcohol juraba haber vivido una noche de pasión con Neneca. La desilusión enlutó por un tiempo al barrio y la imagen de nuestra Santita se desplomaba ante el relato con detalles que daban fe de lo sucedido.
En definitiva Neneca no nos había defraudado, las del fondo eran feas pero ligeritas y a mucha honra.
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