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Señora, señor. Ustedes son contemporáneos de Van Gogh y no lo saben.
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JORGE CUELLO
Por Jorge Cuello
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Breve y tal vez innecesaria introducción.
Jorge Cuello es quizás el más grande pintor de su generación, un verdadero Gran Maestro, de esos que, más allá del tiempo que les toca transcurrir, siguen interactuando con su época. Quizás toda la zaga de “Los Comevirones” que imagina y plasma con humor, permanezcan en el tiempo con más riqueza artística que la de los auténticos comechingones. La comparación con Van Gogh, no es ociosa. Uno y otro rechazaron el camino formal y académico de su profesión, quizás Las Rosas, es su Arlés, pero Jorge Cuello es de por si un movedizo que pintó su aldea literalmente con sus grafittis, murales y que suele mantener un irreverente dialogo con los clásicos.
Cabe imaginar la obra de Jorge Cuello en Londres, París, EEUU, en Praga, en Madrid o Barcelona, en México.
Y lo tenemos acá no más, en Traslasierra.
Al final de su texto, la obra. En esta ocasión, la primera parte de Pola Craik Clásicos.
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Nací en 1958 en Oliva, un pueblo signado por la locura dijo alguien. Una cuadrícula que creció a la vera de la colonia de salud mental Doctor Emilio Vidal Abal, que funcionaba con un sistema open door por lo que los locos se paseaban por el pueblo. En mi casa un par de ellos construyó el galponcito del fondo, lo que me permitió luego aplicar la falsa escuadra tan reiterada en mis obras. También estaba el Chiche González, que me llevo a ver un mural que estaba pintando en un galpón y me acomodo la brújula para llegar hasta acá donde vivo ahora.
En casa había dos maestras, mi madre la Amanda y mi tía Titi, por lo que dibujar fue una actividad que reemplazó en gran parte a las juegos de la infancia y me mandaron a la academia de dibujo de la Ñata Parma, en donde perdí todo mi interés por las escuelas de arte. También a lo de la Estelita Aimeri, donde con miga de pan hice la cabeza de un diablillo que también me ayudo bastante en el camino. Pero el despliegue más grande de mis habilidades eran los dibujos con tizas de colores en el pizarrón de la galería de la Escuela Mariano Moreno para las efemérides patrias, con el Bicho Inamoratto en 4to grado.
En el secundario fui un chico popular gracias a mis caricaturas de los profes y el ilustrador de la revista de la escuela. En el penúltimo año, por ser militante de la juventud guevarista, pierde el trabajo mi padre y nos exilamos en Trelew en lo de un primo ingeniero, a quien le encantó que yo fuera arquitecto y me puso a destapar lapiceras Rotring hasta que exploté y descubrí en la esquina un monumental tigre de bengala pintado en chapa. Les dije: “eso quiero hacer” –Ahhh, pintar carteles, me dijeron- “Y, más o menos” les dije”. Pero pintamos esos carteles y nos tuvimos que volver a Oliva. No era lo mismo ser letrista del pueblo.
En mi último año participe en mi primer exposición colectiva con una obra pintada con “temtala” una mezcla de tempera, talco y aceite de cocina. Me decidí entonces por ser psiquiatra en vez de loco, para lo que tenía que estudiar medicina. Resulto que histología me mostro unos preparados en vidrio que fueron los primeros cuadros abstractos que me conmovieron. Y ni hablar de anatomía, donde aprendí a dibujar disecando cadáveres como Leonardo. Pero no me gustaba para nada la vida de los médicos así que ¡pumba!, me fui a unos talleres libres de arte la UNC. Ahí fue donde hice dibujo con el Gordo Bastos, grabado con Galetto, al que le corté un dedo con la prensa cuando imprimía mi primer punta seca.
También hice escultura con la May Leach, una yanqui divina que me abrió la cabeza para mirar el mundo. Tuve que cerrar esta etapa porque mi novia, la Marita, quedo embarazada. Finalmente ingresé como alumno regular en la Escuela de Artes de la UNC, curse un año teórico y rendí libre el segundo año. Comencé a trabajar para la galería de arte Praxis y me fui a Europa donde vi a los clásicos en directo. Al regreso abandoné la escuela y fui cofundador de la Sucursal Córdoba de esta galería internacional por tres años.
El nacimiento de mi hijo Miguel me cuestionó la existencia y lo dejé todo. En una temporada de Carlos Paz comencé la venta de dibujitos con epígrafes, actividad que continué en el Paseo de las Artes, que me permitieron hacer el asesoramiento plástico de las obra “Delincuentes Comunes” y “Cielos de Agua sobre Baal“, con el Paco Giménez en el Teatro la Cochera y editar “A Willian W. todavía le gusta vivir en este ambiente”, mi primer libro. También audiovisuales en diapositivas pintadas a mano: “Taxi, Siga a ese Taxi” y “De Hiroshima a Honolulu”, que proyecté en la sala mayor del Teatro San Martin.
Me mudé a Buenos Aires y obtuve una beca del Fondo Nacional de las Artes para diseño gráfico. Luego realicé “Pandora Harbord”, mi segundo libro objeto.
Empecé mis colaboraciones con la Editorial Colihue, el Quirquincho y la revista Crisis y Fierro; nace el personaje “Pola Craik”, en homenaje a una prostituta con la que debuté en un prostíbulo de James Craik y “1492”, obra que dibujé y escribí por la conmemoración de los 500 años de la llegada de Colón, que obtuvo varios premios.
Regresé a Córdoba con mi compañera y creamos el “Teatro Ruso”, espacio poético, en nuestra casa de Rivera Indarte, en donde trabajábamos en una obra llamada “Me Compré un Terrenito en el Ecuador Belga”, que finalmente ganó un premio Gardel con el nombre de “La Vida en los Pliegues”, con textos de Henri Micheaux.
Luego vino mi trabajo como director de arte en “Barrilete, Museo de los Niños” y continué allí por veinte años. Me involucré con la revista ”La Luciérnaga” y las “Abuelas de Plaza de Mayo “. Desarrollé el arte de la revista “La Masa” de la Secretaría de Extensión de la UNC. Asimismo ilustraciones para varias editoriales con textos de Laura Devetach, Perla Suez, entre otras grosas y a María Elena Walsh su último libro “Cuánto Cuento”
Desarrollé mi actividad como muralista en toda la ciudad de Córdoba y me conecté con el Centro Cultural España Córdoba y el Cine Municipal Hugo del Carril. Realicé muestras individuales y finalicé una en el CCEC; que atravesó la Avenida General Paz a contramano precedida por un recital en vivo de la banda Armando Flores.
Desde hace 20 años vivo en Villa de las Rosas, Traslasierra. Allí generé hace 10 años con mi compañera Eli, un espacio virtual llamado “Arte Comebirom Cuello” y una “Editorial Subversiva (floja de papeles) de Arte Comebirom Cuello”. Desde donde nos comunicamos con el mundo sensible.
Jorge Cuello
Jorge Cuello Pola Craik Íntima II
Jorge Cuello Pola Craik Íntima I
Jorge Cuello Pola Craik Clásicos II
Jorge Cuello Pola Craik Clásicos I
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